Un tenor se marcha en plena representación al ser abucheado por el público
El emblemático teatro de La Scala de Milán (Italia), ha vivido una extraña representación de la ópera 'Aida', después de que uno de los tenores, preso de la ira al ser silbado por parte del público, abandonara el escenario y su sustituto tuviese que salir a toda prisa vestido con pantalones vaqueros y camiseta negra.
Todo se produjo ayer domingo por la noche en la primera representación ante el público de 'Aida' de Giussepe Verdi, tras la inauguración, el pasado jueves, de la temporada de ópera de La Scala.
El tenor Roberto Alagna (el de la imagen), en el papel de Radamés, el héroe masculino de la ópera, se retiró del escenario justo después del aria 'Celeste Aida', al ser abucheado por una parte de los presentes ubicados en los asientos del piso más alto.
La 'huida' de Radamés, uno de los personajes principales, supuso que la mezzosoprano Ildiko Komlosi cantará "un dueto sola", tal y como señalaba ella misma posteriormente.
Sin embargo, la música no paró, y se produjo la entrada en escena de Antonello Palombi, componente del segundo cuadro de la ópera que, a causa de las prisas, retomó el papel de Radamés en vaqueros y camiseta negra, mientras aún resonaban los gritos de "¡Vergüenza!" surgidos desde el paraíso contra Alagna. Tras la pausa, Palombi tuvo tiempo de cambiarse y salir a escena con el traje que exigía su personaje.
La representación de 'Aida' siguió adelante entre aplausos, algunos silbidos y un público más que perplejo, que al final de la ópera aplaudió durante nueve minutos. Una vez acabado el entreacto, el superintendente Stephaner Lisser comparecía en escena para manifestar "el pesar" del teatro por lo sucedido y dar las gracias a Palombi, que tuvo que salir a cantar sin la preparación previa y sin esperarlo.
Alagna, que puede hacer frente a una sanción por lo sucedido, abandonaba La Scala tras hablar con Lisser, señalando a los medios locales que ha cantado en todo el mundo y ha tenido éxito, pero que ante el público que le abucheó le parecía estar "fuera del mundo". "El público de verdad, el que tiene fuego, sangre, ése no estaba", ha añadido.
Palombi, tras la representación, se mostraba satisfecho con su actuación y narró que cuando Alagna dejó el escenario le "lanzaron" a las tablas. "Pero este es mi trabajo y hay que ser profesionales", aseguró.
El tenor incluso bromeaba sobre su atípica indumentaria en escena diciendo que "normalmente" no se viste de Radamés, tras lo que indicó que había sido "una buena prueba" y que la había superado.
La puesta en escena del director italiano Franco Zeffirelli fue muy celebrada a comienzos de la temporada la semana pasada, aunque ya entonces se escucharon los primeros abucheos para Alagna.
Alagna y su esposa, la soprano rumana Angela Gheorghiu, se están convirtiendo en una pareja famosa por sus desplantes. En 2003, Gheorghiu se marchó tras el primer ensayo de 'La Traviata' en Madrid porque el montaje le resultaba "vomitivo".
No era la primera vez que la soprano rumana dejaba plantado a un teatro de relumbrón. Ni siquiera era la primera vez que la espantada se producía con 'La Traviata' de por medio. La Gheorghiu, arquetipo de la diva caprichosa a la vieja usanza, había dado ya portazos a la Ópera de Lisboa, a la de Roma y al Metropolitan de Nueva York al negarse a interpretar el personaje de Violetta Valery como concebían los diferentes directores.
El plantón neoyorquino obtuvo la adhesión incondicional de su marido, Roberto Alagna, llamado a protagonizar el papel del tenor y a declararse unos días después en solidaria rebeldía. La pareja lanzó un ultimátum parecido al de la Gheorghiu en el Teatro Real —"O nosotros o el director de escena"—, de modo que Joseph Volpe, gerente del Metropolitan, vacunado contra los ataques de divismo, decidió sacrificar a los cantantes.
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