sábado, marzo 31, 2007

Barreras idiomáticas e Internet

Uno de los retos de Google para el futuro inminente es lograr que la gente sea capaz de traducir documentos y contenidos en Internet instantáneamente en los principales idiomas, y principalmente a través del uso de traductores automáticos, sin la intervención de traductores profesionales de carne y hueso. De hecho, el intento de Google, llamado 'traducción automática estadística', es sensiblemente diferente de otros esfuerzos anteriores ya que renuncia a los expertos lingüísticos que programaban reglas gramaticales y diccionarios en ordenadores. En lugar de esto, introducen en el sistema documentos que ya han sido traducidos en dos lenguas y después dejan a los ordenadores que deduzcan patrones fijos para futuras traducciones. La calidad de este sistema no es perfecta, pero es una mejora respecto de anteriores esfuerzos sobre traducción automática, asegura Franz Och, un alemán que dirige el grupo de traducción automática de Google en los cuarterles de la compañía, en Mountain View, Estados Unidos.
Naturalmente, hay división de opiniones. "La gente que conoce y ha utilizado la traducción automática durante algún tiempo ve nuestro sistema de traducción árabe-inglés, y afirman que es asombroso", dice Och. "Por otro lado, otras personas que desconocen la evolución de los traductores automáticos leen una frase traducida y te dicen que hay un error en la línea cinco y que parece que no funciona bien", confiesa. No obstante, para algunos asuntos una traducción más o menos correcta es suficiente.
Och, que habla alemán, inglés y un poco de italiano, vuelca cientos de millones de palabras de textos traducidos en lenguas inglés o árabe en el sistema, y para ello utiliza textos de las Naciones Unidas o documentos públicos de la Unión Europea como material clave. Los idiomas que no cuentan con una considerable cantidad de textos traducidos, como algunas lenguas africanas, cuentan naturalmente con un gran obstáculo. "Cuanto más datos volquemos en el sistema, mejor funciona", comenta Och.
El programa aplica análisis estadísticos, y se intenta evitar problemas de interpretación que, en ocasiones, podrían suponer incluso conflictos diplomáticos, como el conocido error de uno de los traductores del presidente ruso, Vladimir Putin, que tradujo el cargo del canciller alemán Gerhard Schröder como 'Führer'. Este término está terminantemente prohibido en ese contexto por su relación por asociación con Adolf Hitler. La idea es que, a fuerza de repetir el cargo una y otra vez, el sistema terminase por traducir de la manera correcta, en este caso 'Bundeskanzler Gerhard Schröder'.
Para este esfuerzo tan importante, sorprende el espacio tan modesto que ocupa el equipo de Och dentro de la compañía. El responsable comparte una espartana oficina con dos miembros de su equipo, un lugar muy tranquilo y austero excepto por una balda con algunos libros de lingüística encima de su mesa. Y es que el principal trabajo de traducción lo realizan las máquinas.
Hasta ahora, Google ofrece traducciones automáticas de idiomas como el árabe, el chino y el ruso al y desde el inglés en la dirección de su traductor, así como del alemán a otras lenguas. "Hasta la fecha, el centro de atención es cómo hacerlo muy, muy bien", afirma Och, y añade: "Como parte de la filosofía de Google, una vez que la herramienta es realmente útil y tiene suficiente impacto, habrá que buscar la manera de hacer dinero con esto".
Miles Osborne, un profesor de la Universidad de Edimburgo que dedicó un año sabático el pasado año a trabajar en este proyecto de Google, elogia el esfuerzo de la compañía pero destaca sus limitaciones. "Los mejores sistemas pueden ser realmente buenos para pares de lenguas como en el caso 'Árabe-Inglés'", dice. No obstante, señala que el software no podrá sustituir el trabajo de los expertos traductores humanos, al igual que en el caso del ajedrez. En definitiva, según él, el software podría usarse para comprender un texto más que para 'bordar' una traducción. "Podría ser muy útil, por ejemplo, para decidir la contratación de alguien para que haga bien su trabajo: uno se puede imaginar mirando documentos de una patente japonesa y viendo si son relevantes, por ejemplo", comenta.
El presidente ejecutivo de la compañía, Eric Schmidt, ve también importantes consecuencias políticas en un mundo con las traducciones más fáciles en otros idiomas. "¿Qué pasa cuando tienes 100 lenguas para traducir simultáneamente? Google y otras compañías están trabajando en la traducción instantánea automática de manera que se pueda lograr traducir bajo demanda cualquier cosa todo el tiempo", aseguraba Schmidt en una conferencia a principios de año. "Muchas sociedades han operado como comunidades con idiomas definidos, donde no comprenden a otras o incluso las rechazan simplemente debido a la barrera de la lengua. Estamos a punto de derribar ese muro y ésta es una tarea enorme", concluía.