miércoles, diciembre 27, 2006

El arte de lo imposible

“Quien desea describir algo inexistente tiene que seguir ciertas reglas. Estas reglas son, más o menos, las mismas que para los cuentos de hadas”.
Los mundos de ensueño y fantasía pertenecen a Maurits Cornelis Escher (1898-1972), el artista que tan magníficamente los plasmó inspirándose en teorías eminentemente científicas: “Mi obra es un juego, pero un juego muy serio”.
Este artista holandés es más conocido de lo que en un principio se pudiera pensar, ya que sus creaciones están presentes en muchísimos libros, láminas, ropa u otros objetos y son realmente apreciadas por el gran público sin que, en muchos casos, su nombre haya trascendido. Por eso, ésta es una oportunidad única para unir al padre con sus vástagos artísticos en la muestra más ambiciosa que se ha hecho de él en España.

El lugar en el que se expone es el Centro de Exposiciones Arte Canal situado en el denominado Cuarto Depósito de Madrid, que se encuentra en Plaza de Castilla (y que no hay que confundir con el cercano de Fundación Canal) inaugurado con motivo de la muestra Guerreros de Xi’an y que el año pasado acogió la también exitosa Faraón.
El arquitecto Carlos Ferrater (comisario artístico de la exposición junto a Borja Ferrater) ha ideado allí un espacio innovador que quiere ser fiel al espíritu de la obra de Escher y sobre todo pretende “sorprender al espectador”.
Más de 135 piezas se han distribuido a lo largo de su recorrido en un ambiente oscuro plagado de espejos, proyecciones, una recreación tridimensional de su mundo de reptiles, escaleras, figuras geométricas y extraños personajes, y, sobre todo, un buen trabajo de contextualización de las distintas fases por las que pasó su maduración artística, en la que supuso un punto de inflexión su segunda visita a la Alhambra de Granada y la Mezquita de Córdoba en 1936.
Hasta ese año su obra está marcada por la representación de realidades visibles y en ella tienen una gran importancia sus viajes por Italia, que resultan especialmente fructíferos y de ellos surge un destacadísimo conjunto de grabados en los que se plasman paisajes de la Toscana, Calabria, Sicilia o de la costa de Amalfi. Hay en ellos una búsqueda de los ángulos de visión más geométricamente interesantes y destacan especialmente los dedicados a la ciudad eterna a base de tramas como Roma nocturna.
Pero, sin duda, su obra más mundialmente reconocida es la que realiza a partir de 1937, después de visitar, como hemos dicho, esos dos puntos clave de la geografía andaluza. Es a partir de entonces cuando empieza a obsesionarse por plasmar por medio de los arabescos formas de animales: peces que se trasforman en pájaros o en ranas; palomas, lagartos que encajan unos en otros en composiciones infinitas como en la litografía Más y más pequeño. Son realmente geniales sus juegos entre opuestos –reflejo de su carácter dual y su inclinación por utilizar el blanco y el negro-, como la realidad y su reflejo en obras contundentes como Autorretrato en espejo esférico; o del día y la noche en la titulada, precisamente, Día y noche.

Su interés por teorías científicas como la de las cuerdas es vital en su trabajo, bañado por un espíritu de trascendencia, de infinitud, de misterio existencial. También especialmente la utilización de la famosa ‘cinta de Moebio’, una superficie que tiene la propiedad matemática de ser un objeto no orientable, en obras como Hormigas recorriendo la cinta de Moebio; o de las ‘escaleras Coxeter’, otro concepto matemático que se reproduce en Subiendo y bajando, en la que no se sabe si los personajes están al principio o final de la escalera.
Las citas que enriquecen todo el recorrido de la muestra ponen ante el espectador a un Escher muy emotivo, un visionario, un hombre de imaginación sin límites que veía a los seres humanos como esclavos de la gravedad. También la apoyan la proyección de un video en el que él mismo explica el proceso de creación de alguna de sus obras, o la exhibición de imágenes del artista al final de la muestra con una cronología de su vida y una serie de unidades informáticas en las que el visitante puede consultar todas las dudas que le hayan surgido a lo largo de su observación.
Esta exposición es una de las citas artísticas ineludibles de la temporada, un acercamiento a la odisea visual de Escher a la par que un intrigante juego que resulta tan infinitamente inagotable como la genialidad de su creador.
Para los lectores de este blog cultural que vivan en España y residan en Madrid o a los que visiten dicha ciudad en próximas fechas, no os podéis perder esta exposición...
Lugar: Centro de Exposiciones Arte Canal. Paseo de la Castellana, junto a Plaza Castilla. Madrid, España.
Teléfono: 91 545 15 13
Horario: Lunes a domingo de 10 a 21h; 31 de diciembre abierto hasta las 15h; 1 de enero, cerrado. Hasta el 4 de marzo de 2007.
Precio: 4€ y 2€ (menores de 12 años, mayores de 65 y familias numerosas).