jueves, abril 17, 2008

Chiquita

ChiquitaFotografía de Espiridiona Cenda, la mujer cubana de 66 centímetros de estatura que dio origen a Chiquita, la biografía novelada que le ha dado el Premio Alfaguara al escritor cubano Antonio Orlando.
El escritor cree que los cambios que se han producido hasta ahora en Cuba "son ridículos y muy cosméticos", ya que la verdadera transformación sólo llegará con la democracia y con el reconocimiento de "los derechos humanos". "No veo una voluntad significativa de cambio mientras no se permita pensar libremente en Cuba, ejercer el derecho al voto o entrar y salir del país, y mientras haya personas encarceladas por disentir", afirma.
Escritor, editor y periodista, nació en 1956. Se fue de Cuba a los 34 años, dejando atrás "una carrera literaria sólida" y cinco premios de la Unión de Escritores y de Artistas Cubanos. "No fui un perseguido político ni tuve dificultades para publicar. Me alejé de Cuba porque no creía en ese régimen y sabía que había un mundo más allá", asegura el escritor, que ha residido en Costa Rica y Colombia, antes de hacerlo en Estados Unidos.
Para Orlando "es muy triste" que en Cuba no se haya difundido la noticia del Premio Alfaguara, ganada con la biografía novelada de un personaje "fascinante por su independencia, su autonomía y su deseo de transgredir las normas": la liliputiense cubana Espiridiona Cenda, que, pese a sus 66 centímetros de estatura, triunfó en los escenarios de EE.UU. y de Europa a finales del siglo XIX y principios del XX.
Como buen novelista, Orlando es "un mentiroso profesional" y en el libro ha entremezclado "sin el menor escrúpulo verdad histórica y fantasía", pero Chiquita -o "la muñeca viviente", como también la llamaban-, existió, y fue testigo de "momentos históricos importantes para la historia de Cuba y del mundo".
Y es que el autor combina con maestría en la novela las peripecias vitales de la protagonista con la recreación de episodios históricos, entre ellos la guerra de los mambises por la independencia cubana y la intervención de EE.UU. en ese proceso.
El lector encontrará en las 500 páginas de 'Chiquita' capítulos "que parecen fruto de la imaginación, pero que son reales", como los loros parlantes que anunciaron en Nueva York el debut de la liliputiense o el landó a su medida, acompañado de dos ponies enanos, que le regaló el presidente de EE.UU. William Mckinley.
"Chiquita es una más de muchas liliputienses que fueron famosas en aquella época. Había todo un fervor por ese tipo de personajes, quizá por la fascinación que ejerce sobre la gente lo prohibido y lo diferente".
A diferencia de Chiquita que, tras triunfar en el extranjero, desea volver a su país, Antonio Orlando no quiere regresar a Cuba "porque los paraísos perdidos solamente existen en nuestra imaginación". "La Cuba que yo recuerdo con cierta añoranza es la Cuba de mis amigos, y casi todos ellos han tenido que salir de la isla y vivir en los lugares más insólitos del mundo. Yo no puedo sentir nostalgia de una entelequia, de algo que ya es imposible reproducir nuevamente", concluye.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

“El caso de Zoé Valdés obedece más a un fenómeno sociológico que a una idea estrictamente literaria. Muy cercana a las más altas esferas culturas del régimen (sobre todo el ICAIC, el Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficas de Cuba, dirigido por Alfredo Guevara), luego formó parte de la delegación cubana ante la UNESCO, también bajo la proteción del todopoderoso Alfredo Guevara, hasta el momento en que decidió quedarse en París, en 1995. Poetisa al principio, escribió después una novela, Sangre azul, y una segunda, que conoció un rotundo éxito, La nada cotidiana (Barcelona, Emecé, 1995), publicada primero en francés en 1995. Se trata de un librito [sic] que mezcla una reflexión desencantada de la vida cotidiana en Cuba bajo el castrismo (nacida en 1959, Zoé Valdés solo conocía esa realidad pero tenía el privilegio de poder efectuar constantes viajes al extranjero) un erotismo tropical subido de tono (descrito por una mujer, lo que bastante inhabitual). El éxito, más tarde, iba a ser sorprendente. Finalista del premio Planeta con Te di la vida entera (Barcelona, Planeta, 1996), sus libros, tanto en España como en Francia, adquirieron la categoría de best-sellers. Sus proposiciones políticas sobre el régimen de Castro se fueron radicalizando y sus artículos, sobre temas tan diversos como la vaca loca o la visita del papa a Cuba, han sido publicados en los periódicos del mundo entero. Llegó incluso a formar parte del jurado del festival de Cannes. De hecho, Zoé Valdés se transformó en una verdadera estrella [sic] de la literatura [sic] y de la política [sic], un reconocimiento otrora inimaginable para la mayoría de los escritores cubanos exiliados, lo que provocó bastantes celos [¿¿??]por parte de muchos de ellos [¿¿??]. Pero su éxito no depende para nada de sus discutibles [sic] cualidades literarias”.
Machover, Jacobo: La memoria frente al poder, Universidad de Valencia, 2001, p.201

1:31 p. m.  

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